Me siento inmensamente amada
Haydee
16 julio 2018
San José, Costa rica
El Amor de Dios por nosotros es constante e infinito, pero para sentirlo tenemos que estar también nosotros en una actitud de amor.
Cuando amamos, los demás también se sienten amados por Dios, pues nuestro amor es para ellos una caricia de la ternura divina.
El Amor de Dios es tan inmenso que incluso si yo fuera la única persona en el mundo necesitada de redención, incluso así, Él habría venido a la tierra solo por mí. Es lo que siento cuando amo; la inmensidad infinita del Amor de Dios de modo personal y exclusivo.
Nuestra vida entera debemos proclamar este Amor de Dios por cada criatura suya. No tanto con palabras, sino con gestos concretos.
La persona amada, a su vez, comienza a entender y sentir el inmenso amor de Dios en su cotidiano.
Quien ama revela al mundo el lenguaje coloquial del Paraíso: el amor infinito. Todo esto lo aprendí en la Formación Zolemgeh Estrella.